EFE
El estudio de arquitectura RCR recibió en 2017 el Premio Pritzker, el Óscar de su disciplina. Entre sus proyectos está una pista de atletismo oculta en la naturaleza. Sus paredes son los árboles. Se trata del estadio Tussols-Basil de Olot (Girona)
Oculto entre árboles, el estadio cuenta con seis carriles, como otros, pero atesora una particularidad que lo hace único en su especie: su integración en la naturaleza, casi fusión.
“Es espectacular. Es increíble. Es un privilegio tener esta pista. Es como si estuvieras en un mundo aparte, aquí dentro. Se oyen los pájaros. No hay ruidos. Parece que estés solo con la naturaleza, e incluso hace que los entrenos sean mucho más agradables, algo menos duros, y que el sufrimiento sea menor”, asiente el triatleta profesional Nan Oliveras.
La pista, ubicada en unos antiguos campos de cultivo, fue diseñada a principios de los 90 por RCR. Ramon Vilalta, uno de los tres arquitectos del estudio de a ciudad, explica que la idea motor del proyecto era “acercar los atletas a la naturaleza, porque parecía que todo esto se estaba perdiendo”.
Con la voluntad de “coser el final de una ciudad inacabada y el parque natural” de la Garrotxa, fue un proyecto “realmente innovador e incluso disruptivo”. Porque se proyectó una pista “de una forma diferente, como nunca se había hecho, porque se huía de la tipología típica de los estadios de atletismo, con gradas de hormigón y de naturaleza cerrada”, prosigue Vilalta.
Según dice Vilalta, “lo que cierra el estadio es el propio bosque, no unas gradas. Una gran parte de los materiales utilizados fueron naturales: los árboles son las paredes”.
RCR buscó tener “una huella muy sencilla, muy poco aparente: anteponiendo el vacío al lleno, haciendo que el protagonismo fuera por el árbol, más que por el cemento. No hay más cosas que las necesarias e imprescindibles: justo las lámparas, un pequeño equipamiento para los vestuarios y poco más. Y dicha desocupación tiene mucho que ver con la fuerza del conjunto”.
En este sentido, Vilalta asegura que “a veces los humanos nos perdemos por hablar demasiado. Todos tenemos esas ganas, quizá sobre todo de más jóvenes, de hacer y de decir muchas cosas, y se tiende a hacer mucha ocupación, y aquí se puede hablar de una obra de arquitectura, de una película o de lo que sea. Aquí se hizo el ejercicio contrario”.
El proyecto buscó “una simbiosis, partiendo de la idea que la arquitectura no se debe imponer al lugar, al paisaje, a la naturaleza. Deben fusionarse, sin que ninguna parte niegue ni se imponga a la otra, para que la dos partes generen un sitio mejor del que había antes”.
Con todo, a pesar de que en un inicio generó polémica y dudas entre el ecologismo y el deporte, por la convivencia entre árboles y atletas, hoy la pista se presenta como “un ejemplo, y esto es muy bonito porque quiere decir que esas ideas se van asentando, y se empieza a valorar aquello que generaba miradas y respuestas de todo tipo”, celebra Vilalta.
“Es un sitio especial, inspirador. Sirve, también, para abrir el pensamiento, la imaginación”, remarca, satisfecho.
En la misma línea, el concejal de Deportes de Olot, Aniol Sellabona, afirma que la pista, construido entre 1999 y 2001, es “un orgullo” y es “el equipamiento deportivo más singular de la ciudad. Es un paraje incomparable con otras pistas, un espacio idílico en medio de la naturaleza. Es una pista viva, porque incluso los colores van cambiando con las estaciones”.
Sellabona señala, además, el carácter pionero del estadio: “El de la vinculación con la naturaleza quizá parece un concepto más actual, pero hace ya más de 20 años que disfrutamos esta pista. En ese momento fue una revolución”.
Además, el concejal de Deportes apunta que la pista “tiene muchos visitantes” y afirma que se está trabajando “con mucha intensidad para posicionar el estadio como a activo turístico y potenciar su vertiente turística”. “En pocos meses de haber dado un paso adelante hacia este dirección ya hemos mantenido contactos con gente que está muy interesada en venir”, revela.
En este sentido, Oliveras dice que la pista ha ido ganando popularidad en estos últimos años, sobre todo por las redes sociales: “cada vez viene más gente de fuera. Vienen muchos franceses. Cuando subo fotos a Instagram, personas de todas partes me escriben ‘hostia, ¿dónde está esta pista?’.
Oliveras es, precisamente, uno de los atletas de élite que entrenan en esta pista, junto al también triatleta Genís Grau y a las atletas Laura Hernández, del FC Barcelona, y Esther Guerrero, que en 2020 estableció el récord de España de los 2.000 metros en Olot, “en casa”, con un registro de 5:41.30.
La atleta de Banyoles afirma que “es una auténtica pasada entrenar en un sitio así. Te da un punto de placer. Ya no es como un espacio de trabajo. Cuando corres en pistas rodeadas de edificios no sientes lo mismo. Aquí siento que tengo mucha suerte. Toda la gente que viene nos envidia. Me lo dicen. Yo me siento afortunada y contenta aquí”.
Arnau Segura