Con Roosevelt Comarazamy tuve una amistad entrañable llena de solidaridad, conocimientos, bondad, buen humor y sobre todo mucho respeto.
Verlo partir (para mí a destiempo) llena mi alma de tristeza, solo atino a pensar que Dios estaba ansioso de escuchar un juego bien narrado, leer una crónica amena y concisa, o analizar los comentarios certeros de Roosevelt con la sapiencia de siempre ,de un juego Águilas –contra Licey.
Descansa en paz dilecto amigo.
Pappy Pérez