Octava Parte
Al igual que otros pugilistas notables de Santiago, Reyes Antonio Cruz, “Papito”, como le apodan, es producto de los torneos locales que se hacían en el plano doméstico a mediados de los años 70.
Bajo la tutela de su entrenador y mentor Rafael Rodríguez “Nené”, aprendió a conectar los puños con precisión geométrica y velocidad de caballos finos de carrera, a lo que sumaba inteligencia y una pegada por encima del promedio.
Después de hilvanar 18 victorias consecutivas y un empate, pero aún siendo relativamente desconocido para la inmensa mayoría de dominicanos, pues sus combates habían sido en Santiago, Reyes Antonio Cruz sorprendió a propios y extraños cuando se enfrentó y venció al gran favorito Miguel Montilla, el 12 de agosto de 1982, en el Palacio de los Deportes de Santo Domingo.
Cruz superó por clara decisión unánime a Montilla, quien ya había disputado dos veces el título mundial, y de paso se consagró nuevo campeón nacional de los welter junior (140 libras).
Posteriormente, el 24 de noviembre de ese mismo año, invicto con 21-0, un empate, noqueó en el sexto asalto al excampeón nacional welter junior, Carlos Gil, conocido como “Caja de Bolas”, con lo que demostró que su triunfo ante Montilla no fue casualidad y que, en su caso, se trataba no solo de una promesa, sino de una realidad.
A partir de ahí, recibió ofertas del extranjero y se fue a hacer carrera en los Estados Unidos en compañía de su entrenador Rafael Rodríguez “Nené”. Ambos se unieron a la cuadra del afamado entrenador estadounidense descendiente de italianos, Lou Duva, quien hoy en día está en el Salón de la Fama y era presidente de la empresa Main Events.
Uno de sus triunfos más importantes en tierras estadounidenses ocurrió cuando venció por decisión al entonces ranqueado mundial John Verderosa, el 1 de mayo de 1983, en un combate televisado a nivel nacional.
Por el título mundial…
Ocho victorias más, seis de ellas por nocaut, le valieron recibir una oportunidad por el campeonato mundial de los junior welter en un duelo eliminatorio ante el estadounidense Gary Hinton.
El choque fue celebrado el 26 de abril de 1986 en Italia, y los jueces le dieron la decisión a Hinton, aunque buena parte del público y los expertos vieron ganar a Cruz. Este resultado frustró sus sueños de ser campeón del mundo.
Este revés no lo amilanó y siguió adelante sumando victorias a su récord. Recibió una oferta desde Jamaica para enfrentarse al local y excampeón mundial, el veterano Saoul Manby, quien lo venció por decisión el 3 de diciembre de 1987.
Frente a Camacho…
No obstante, su siguiente compromiso, celebrado el 25 de junio de 1988, en Atlantic City, fue probablemente su enfrentamiento más trascendente. Su rival, toda una leyenda, el puertorriqueño Héctor “Macho” Camacho, tres veces campeón del mundo en pesos diferentes (ligero junior, ligero y welter junior), quien para ese momento tenía una marca imbatible de 31-0, la mayor parte de sus victorias por la vía rápida.
En el mismo primer asalto, Reyes Antonio Cruz sorprendió al veloz pugilista puertorriqueño y lo envió a la lona con un recto de derecha. Camacho, quien nunca fue noqueado en su carrera de más de 80 combates, se levantó rápidamente y comenzó a moverse y a amarrarse del dominicano, quien no pudo dar el golpe de gracia y Camacho terminó de pie esa vuelta.
En lo adelante, Cruz persiguió por todo el cuadrilátero a Camacho, pero no pudo darle caza debido a la velocidad e inteligencia del boricua, quien se amarraba y punteaba para impresionar a los jueces. Al final, el jurado le dio el triunfo de manera cerrada a Camacho, pero para quienes vieron la pelea, la victoria debió ser del dominicano, en un enfrentamiento que marcó su trayectoria pugilística y que bien podría considerarse, junto al combate titular ante Hinton, su actuación cumbre.
En 1990 se retiró tras caer ante el pegador venezolano Engels Pedroza y comenzar a enfrentar problemas de salud, como la pérdida de visión. Después de 11 años de duro trajinar en los tinglados nacionales e internacionales, su récord quedó en 40-6-1, con 22 nocauts.
Cabe destacar que Reyes Antonio Cruz fue doble campeón nacional, al trono welter junior también sumó el de los medianos junior (154 libras), y que nunca perdió una pelea en su país. Hoy es un próspero comerciante en Nueva York, donde reside desde hace muchos años, y un ciudadano ejemplar. Incluirlo en un mural sería lo menos que podría hacerse para reconocer sus muchos méritos. Su lugar ideal debería ser el Salón de la Fama del Deporte Dominicano.
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Pie: Reyes Antonio Cruz – “Papito”.