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Cuando se revelaron este miércoles los detalles internos del contrato de Vladimir Guerrero Jr. con los Blue Jays, sentí que era momento de volver al tema que abordamos ayer martes: la comparación de los tres contratos más impactantes en la historia reciente de MLB —los de Vladimir Guerrero Jr., Juan Soto y Shohei Ohtani—, pero desde un ángulo poco común y altamente revelador: el blindaje fiscal.
Ya sabíamos que el acuerdo de Guerrero rondaba los 500 millones de dólares, pero conocer cómo están estructurados esos millones cambia por completo el análisis. En este mundo de cifras astronómicas, no se trata solo de cuánto se gana, sino de cómo y cuándo se cobra.
Juan Soto: el equilibrio entre liquidez y flexibilidad
El contrato de Juan Soto con los Mets asciende a 765 millones por 15 años, sin pagos diferidos, pero con herramientas que permiten cierto control impositivo.
El bono por firma de 75 millones puede declararse con cierta flexibilidad fiscal, y además se incluye una cláusula que le permite renegociar si cambian las leyes fiscales. Su residencia en Florida, un estado sin impuesto estatal, también ayuda.
Diagnóstico: blindaje fiscal sólido, aunque no tan sofisticado. Soto eligió el camino de la liquidez inmediata, pero con protección razonable frente a la carga tributaria.
Shohei Ohtani: una obra maestra fiscal
El japonés Shohei Ohtani firmó con los Dodgers por 700 millones en 10 años, pero solo cobrará 2 millones anuales durante su etapa activa. El resto —680 millones— lo recibirá una vez retirado.
Este diseño lo protege del altísimo impuesto estatal de California (13.3%) mientras juega allí. Luego podrá mudarse a un estado sin impuesto sobre la renta —o incluso fuera de EE.UU.— para recibir su dinero neto.
Además, esta estructura beneficia a los Dodgers al reducir su impacto en el impuesto de lujo.
Diagnóstico: blindaje fiscal altísimo. Ohtani no solo hizo historia por el monto, sino por la inteligencia tributaria detrás del contrato.
Vladimir Guerrero Jr.: la sorpresa estratégica
Ahora que conocemos los detalles del contrato de Guerrero Jr., el análisis cambia. Su acuerdo es por 14 años y 500 millones de dólares, pero con una estructura que combina tradición con elementos fiscales estratégicos.
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Bono por firma: 325 millones, la mayoría diferido entre 2026 y 2039. Salario base: 175 millones distribuidos en los 14 años, Valor promedio anual (AAV): 35.71 millones.
El gran acierto está en diferir el bono, lo que: evita un solo golpe impositivo en un año pico. Permite repartir su carga fiscal y optimizar sus ingresos netos y abre la puerta a beneficiarse de cambios futuros en leyes fiscales.
Además, si Guerrero Jr. logra establecer su residencia fiscal fuera de Canadá —por ejemplo en la República Dominicana o EE.UU.—, podría reducir considerablemente sus impuestos, dada la alta tasa tributaria canadiense.
Desde la perspectiva de los Blue Jays, la estructura también tiene ventajas:
El AAV se mantiene estable para el impuesto de lujo. El bono diferido se convierte en un pasivo contable que no afecta su operatividad anual.
Diagnóstico: blindaje fiscal inteligente. Guerrero Jr. no optó por un esquema tan radical como Ohtani, pero tampoco quedó tan expuesto como parecía en principio.
Conclusión: en MLB, el juego también se gana con un buen asesor fiscal
En este nuevo capítulo del béisbol multimillonario, lo que se firma en el terreno financiero importa tanto como lo que se logra en el diamante. Ohtani bateó el home run tributario más largo; Soto se mantiene firme con liquidez y flexibilidad; y Guerrero Jr. sorprende con una jugada mucho más calculada de lo que aparentaba.
Porque en el béisbol moderno, tener un buen agente es importante… pero tener un buen contador, puede ser la verdadera jugada de campeonato.
Créditos:
Para presentar estos datos he usado como fuete las agencias de impuesto de Estados Unidos, Canadá y numerosos artículos de MLB, ESPN, y agencias internacionales de prensa que han difundido sobre el tema.