Un país como el nuestro, tercermundista, poblado por un grupo reducido de ricos, una intrépida, y laboriosa, clase media y una inmensa mayoría de pobres, que sobreviven día a día, tuvo necesariamente que regocijarse, declarar como festivo el día que logramos ganar cinco medallas olímpicas en Tokio, Japón.
Mi intención no es descubrir nada sobre las clases sociales en República Dominicana, esa es una realidad que todos conocemos y vivimos.
El objetivo es gritar a todo pulmón que gracias a los pobres de este país hoy tenemos nuestra mejor cosecha de medallas olímpicas.
¿Parece incongruente verdad?, me explico.
¿Usted se imagina una muchacha de familia adinerada de 20 años, edad que tiene Marileidy Paulino, lanzarse de lunes a sábado en dos horarios a la pista de atletismo, para ganar una medalla, o irse al gimnasio a levantar pesas como Grismery Santana?
Físicamente podría darse el caso. Pero la mentalidad con que se forman las clases sociales en el país, me dice, que a los 20 una muchacha de familia adinerada está iniciando un post grado tras graduarse de la universidad.
Si en cambio es un joven de clase adinerada no tendrá tiempo para levantar pesas como Zacarías Bonnat, ya que tiene que formarse para seguir el patrón empresarial de sus progenitores.
Deportes como el gol, ecuestre, esgrima, tenis y natación, son los más practicados en la clase alta, con el factor en contra de que abandonan con frecuencia la práctica cuando entran a su estudio universitario, por lo que el crecimiento cualitativo en esas disciplinas es lento.
De manera que hoy hay muchas razones para darle mérito a los pobres por las cinco medallas.
Gracias a ellos el gobierno puede decir que hemos tenido nuestra mejor participación en la historia. El Creso ha justificado que su existencia es un gran aporte al deporte, el COD su gran trabajo y empeño, las federaciones ganadoras su trabajo exitoso.
Ese párrafo anterior deja claro todas las ventanas abiertas por la actuación de estos atletas surgidos de la pobreza, obligados a buscar crecer por el camino abierto del deporte, uno de los pocos al que tienen acceso, si tienen calidad y ganas de crecer.
Los ganadores de medallas han sido premiados y otros beneficiados. Es justo reconocer un trato diferente. Sin embargo, urge un cambio sustancial al modelo del deporte nacional.El momento es para pensar si podemos ampliar esas cinco medallas a 10 en París. El atletismo, los deportes de combate y la halterofilia, son sin dudas las mejores fuentes a desarrollar para alcanzar objetivos a corto y mediano plazos en término de medallas olímpicas.
Pienso que el Estado vía Miderec, Educación, junto al COD, Creso, la clase empresarial y la sociedad civil, deben dedicar un poco de su agitado tiempo y parir un plan serio de contribución al deporte, que abarque un aspecto desechado. La masificación
Ella es muy necesaria para sacar atletas de los barrios, los campos, las escuelas, las universidades.
¡Hagan un pacto con el deporte y tendremos más atletas y mejores hombres!