Por Rafael Baldayac
(Especial para Cartel Deportivo)
Un ambiente desolador marcó el inicio de los entrenamientos primaverales de Grandes Ligas, hace más de medio siglo, cuando cientos de jugadores se cambiaron con uniformes militares para empuñar en vez de bates, bolas guantes y demás indumentarias, armas bélicas como fusiles, pistolas, granadas, ametralladoras, cañones, misiles y tanques de guerra para accionar en un escenario muy distinto al campo de juego.
Esta fue una de las decisiones más dramáticas que han tenido que tomar los propietarios de los equipos en la historia del beisbol de las Grandes Ligas fue prohibir dolorosamente la participación de los jugadores militares que tomaron una licencia durante la Segunda Guerra Mundial.
El saldo de muerto fue terrible. En estos conflictos bélicos perdieron la vida dos peloteros de Grandes Ligas, 144 de las ligas menores, 27 semiprofesionales, 50 jóvenes del beisbol universitario y 84 del sector amateur, incluyendo australianos y canadienses.
Esta historia comienza tres meses después de que los Estados Unidos entrara en la conflagración mundial cuando los dueños de la pelota mayoritaria tomaron la determinación, el domingo 1 de marzo de 1942, de no permitir en los entrenamientos primaverales a peloteros reclutados para defender la causa norteamericana.
Los propietarios advirtieron que no integrarían a los equipos a estos jugadores, aun cuando estos presentaran una licencia que le autorizaba quedar en la reserva de la armada norteamericana.
Todos sabemos que la razón por la que Estados Unidos entró a la Segunda Guerra Mundial fue a causa del ataque que hizo Japón a la base naval estadounidense Pearl Harbor en Hawái.
El Japón imperial formaba parte del Eje junto a la Alemania nazi, la Italia fascista que abrió la guerra en 1939 atacando a Polonia, saliendo en defensa Francia y Gran Bretaña.
Los acontecimientos ocurridos en Pearl Harbor fue un ataque sorpresivo que hizo Japón contra una base naval de los Estados Unidos, esto fue creado como una advertencia de los nipones hacia los Estados Unidos de no entrar en la guerra.
Todo esto ocurrió en la mañana del domingo 7 de diciembre de 1941, cuando 353 aeronaves japonesas atacaron la base estadounidense Pearl Harbor la cual era el lugar en donde estaban más de 3,000 soldados estadounidenses.
Tras el inesperado ataque, llegaron a morir en total 2,400 soldados americanos en una masacre que duró aproximadamente 90 minutos de bombardeo por parte de los aviones japoneses contra la base Pearl Harbor.
Entre los acontecimientos ocurridos en Pearl Harbor, se llegaron a destruir 188 aviones militares estadounidenses, hundió a 3 cruceros, 3 destructores, 1 minador y 1 buque escuela, además del fallecimiento de los 2,403 soldados y 1178 heridos de gravedad.
La principal y gran consecuencia que tuvo el ataque sobre Pearl Harbor fue la entrada oficial de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, que impulsó a los países aliados: China, la URSS y Reino Unido a obtener una ventaja sobre las potencias del Eje.
¿Y qué tiene que ver todo esto con el deporte nacional norteamericano? Pues que en el conflicto más sanguinario de la historia murieron aproximadamente 60 millones de personas. Y entre ellas hubo no pocos atletas y muchísimos beisbolistas.
Antes de que hubiera un reclutamiento organizado de béisbol, había un reclutamiento militar. Miles de beisbolistas pelearon por EU en las guerras mundiales
En septiembre de 1940, cuando Estados Unidos contemplaba la posibilidad de entrar a la guerra, el presidente Franklin Roosevelt firmó la Ley Capacitación y Servicio Selectivo, obligando a todos los hombres estadounidenses de entre 21 y 36 años de edad que se enlistaran en el Servicio Militar.
Más de 500 jugadores de la Liga Mayor sirvieron durante la Segunda Guerra Mundial; más de 4,000 jugadores de las ligas menores también dejaron de lado sus carreras para servir a su país en ambas conflagraciones.
CUATRO DE LOS JUGADORES QUE SOBREVIVIERON
Cuatro de esos jugadores, Lou Brissie, Yogi Berra, Jerry Coleman y John Mule Miles, fueron honrados en años reciente por el Centro de Veteranos Estados Unidos en Nationals Park en Washington.
“En ese entonces, todos querían ir”, dijo Brissie, paracaidista y lanzador de las Ligas Mayores. “Hubo una gran discusión en torno a suspender el béisbol mientras hubiera guerra, pero el presidente Roosevelt nos impuso seguir adelante”.
La entrada de Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial puso fin a la temporada de béisbol de 1918, y muchos temían que lo mismo ocurriera en 1942.
Ese enero, el presidente Roosevelt envió la “Carta de Permiso” al comisionado Kenesaw Mountain Landis, sugiriendo la importancia de mantener la Liga Mayor de Béisbol durante la guerra.
“Siento que lo mejor para el país será mantener el béisbol”, dijo el presidente el día siguiente.
“Creo que el presidente reconoció que íbamos a pedir mucho al pueblo estadounidense; pediríamos a las mujeres que trabajaran, que la gente trabajara dobles turnos”, dijo Robert Ruck, profesor de Historia en la Universidad de Pittsburgh. “Se merecían la oportunidad de ver béisbol y relajarse”.
La Segunda Guerra Mundial hizo que participara todo el país, dijo Ruck.
“15 millones de estadounidenses fueron a la guerra”, dijo, “y virtualmente todos los estadounidenses tenían algún familiar en la guerra o iban a trabajar a las plantas de defensa para apoyar la guerra”.
Antes de que Berra ganara 10 campeonatos de la Serie Mundial con los Yankees de Nueva York, se ofreció como voluntario para asistir en la Marina de Estados Unidos y participó en el aterrizaje del Día D en Normandía.
“Disfruté cada minuto”, dijo Berra. “Pensé que era el 4 de julio cuando llegué a Normandía”.
Coleman pospuso su carrera profesional en el béisbol para ir a la guerra como aviador del Cuerpo de la Marina. Se ganó la Medalla de Distinción por Vuelos por su servicio.
“Volar un avión es una guerra limpia”, dijo. “Mi compañero de cuarto explotó en frente de mí, y otros hombres murieron en el camino o desaparecieron en misiones.
La guerra aérea, ahora no puedes ver a tus objetivos porque aparecen en el radar y pueden estar a 30 kilómetros de distancia y puedes atacarlos. Si algo ocurre, nunca verías sangre, la desesperación real y la muerte”.
Después de la guerra, Coleman se unió a los Yankees y ganó el título de Novato del Año. En mayo de 1953 su carrera deportiva volvió a interrumpirse, pues fue llamado para ir a la Guerra de Corea, donde se llevó su segunda Medalla de Distinción por Vuelos.
Coleman es el único ex jugador de las Ligas Mayores en haber combatido en dos guerras.
Miles, miembro original de la Fuerza Aérea Tuskegee, entraron al ejército en 1942. Su carrera en el béisbol comenzó en 1946 en las ligas de negros.
“No ganaba mucho dinero pero me divertía mucho durmiendo en el camión, comiendo en el camión y vistiéndome en el camión para jugar juegos dobles y ganar 300 dólares al mes”, dijo. “Disfruté cada momento. Fue una gran experiencia”.
MIEMBROS SALÓN DE LA FAMA QUE FUERON A LA GUERRA
Según el excelente sitio web de Gary Bedingfield, Baseball in Wartime, un total de 1363 jugadores, gerentes, entrenadores y árbitros de las ligas mayores (incluidos los jugadores de las ligas menores en las listas de las Grandes Ligas) sirvieron en las Fuerzas Armadas de EE. UU. durante la Segunda Guerra Mundial.
De ese número, 29 eran miembros del Salón de la Fama.
Muchos de ellos pasaron su tiempo jugando béisbol en sus respectivos equipos mayoritarios, incluidos Mickey Cochrane, Joe DiMaggio, Johnny Mize, Bob Lemon, Bill Dickey, Bobby Doerr, Stan Musial y PeeWee Reese, entre otros.
Sin embargo, unos pocos incondicionales evitaron la vida segura y optaron por el combate. Muchos de estos se perfilan aquí.
Los números para la Primera Guerra Mundial son un poco más difíciles de conseguir, pero las mejores estimaciones son que menos de 200 sirvieron en total, mientras que otros optaron por trabajos industriales esenciales que los eximieron del servicio militar obligatorio.
Por orden presidencial, la temporada de béisbol de 1918 se redujo abruptamente el 1 de septiembre.
Sabemos de 24 miembros del Salón de la Fama que sirvieron durante la Primera Guerra Mundial. Un hombre, Larry MacPhail, sirvió en ambas guerras.
Cinco miembros más del Salón de la Fama sirvieron durante el Conflicto de Corea; Ted Williams sirvió tanto en la Segunda Guerra Mundial como en Corea.
Finalmente, un miembro del Salón de la Fama, Morgan Bulkeley, entró en combate en la Guerra Civil.
Uno de los más laureados fue el lanzador Grover Cleveland Alexander, sargento, artillería de campo 342, ejército de EE. UU., durante la Primera Guerra Mundial
Grover Cleveland Alexander ganó 373 juegos durante su carrera de 20 años, empatado con Christy Mathewson en el tercer lugar de todos los tiempos (solo detrás de Cy Young y Walter Johnson).
Capitán Hank Greenberg, Vigésimo Comando de Bombarderos, Fuerza Aérea del Ejército de los Estados Unidos
Hank Greenberg, uno de los grandes bateadores de poder de las décadas de 1930 y 1940, también tiene la distinción de ser el jugador que sirvió más tiempo en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial: 45 meses.
Hank fue elegido miembro del Salón de la Fama en 1956. Greenberg fue el primer jugador de la Liga Americana en ser reclutado cuando el Servicio Selectivo entró en vigencia en 1940.
Este fue incluido en el Ejército y se reportó a Fort Custer en Battle Creek, MI, donde pasó la temporada de 1941. Luego, dos días antes de Pearl Harbor, el Congreso liberó del servicio a hombres de 28 años o más, incluido Greenberg.
El 1 de febrero de 1942, el sargento Greenberg se volvió a alistar y se ofreció como voluntario para el servicio en el Army Air Corps, el primer jugador de las Grandes Ligas en hacerlo.
Le dijo a The Sporting News: “Estamos en problemas y solo puedo hacer una cosa: volver al servicio. Esto sin duda significa que he terminado con el béisbol y sería una tontería de mi parte decir que no lo dejo sin una punzada.
Pero todos nosotros nos enfrentamos a una tarea terrible: la defensa de nuestro país y la lucha por nuestras vidas”.
Con el rango de Sargento Primero lanzador de nudillos Hoyt Wilhelm, fue designado al 395.º Regimiento de Infantería, durante la Segunda Guerra Mundial.
Wilhelm que subió al montículo para su último juego el 21 de julio de 1972, era el último jugador activo que había servido durante la Segunda Guerra Mundial. Es difícil de imaginar, pero ese año estaba en los mismos campos que los jóvenes que habían servido en Vietnam.
En 1942, Wilhelm acababa de graduarse de la escuela secundaria y tenía un año exitoso con Mooresville de la Clase D de la Liga Estatal de Carolina del Norte. Tuvo marca de 10-3, pero su carrera en el béisbol quedó en suspenso cuando fue llamado al servicio militar en noviembre de ese año.
Wilhelm ascendió al rango de sargento de Estado Mayor, a cargo de una sección de ametralladoras pesadas en el 395.° Regimiento de Infantería, 99.° División de Infantería.
A principios de 1945, Wilhelm y sus hombres soportaron un bombardeo de artillería alemana cerca de Colonia. Un proyectil cortó un árbol de unos dos pies de ancho.
“El árbol no estaba muy lejos de mí”, le dijo Wilhelm al escritor George Vass en 1969. “Cuando el proyectil lo golpeó, los fragmentos salpicaron todo el lugar. Pensé que estaba perdido”.
Wilhelm y tres de sus hombres resultaron heridos por metralla.
Después de la guerra, Wilhelm volvió al béisbol, trabajando duro durante otros siete años en las menores.
Tenía 29 años cuando finalmente entró en el roster de las Grandes Ligas de los Giants. Un floreciente tardío, apareció en 71 juegos asombrosos como relevista novato, acumulando un récord impresionante de 15-3 y efectividad de 2.43. Como dato interesante, conectó un jonrón en su primer turno al bate. Nunca golpeó a otro.
Durante su carrera de 20 años, ganó 143 juegos y salvó 227. Compiló una efectividad de 2.52 mientras lanzaba para nueve equipos diferentes. Como Oriol de Baltimore en 1958, lanzó un juego sin hits contra los Yankees.
Fue cinco veces All-Star, comenzando en 1953 y terminando en 1970 cuando tenía 48 años, y fue el primer lanzador de relevo elegido para el Salón de la Fama del Béisbol (1985).
Mientras que el ampáyer Nestor Chylak, el octavo árbitro elegido para el Salón de la Fama, peleo durante la Segunda Guerra Mundial, con rango de sargento técnico. Chylak, un guardabosques del ejército, casi pierde la vista después de ser herido por metralla durante la Batalla de las Ardenas el 3 de enero de 1945.
Chylak, era un sargento Rangers del ejército de EE. UU., que peleo en la Batalla de las Ardenas, Segunda Guerra Mundial, saliendo de combate tras ser herido seriamente, con lesiones oculares.
Después de una cirugía experimental, incluso los médicos no sabían si podría ver hasta que le quitaron los vendajes diez días después.
Chylak estuvo en el hospital durante ocho semanas, pero finalmente regresó al combate, fue herido por segunda vez y ganó la Estrella de Plata antes de que terminara la guerra.
“Fui árbitro durante 25 años y puedo decir honestamente que nunca pedí mal en mi corazón”, dijo una vez. “Desde mi punto de vista, un árbitro debe ser perfecto el primer día de la temporada y luego mejorar cada día. ”
Nestor Chylak murió de un ataque al corazón a los 59 años. Fue elegido miembro del Salón de la Fama del Béisbol por el Comité de Veteranos en 1999.
UN GRANDE EN LA I GUERRA MUNDIAL
El Capitán Christy Mathewson, fue asignado al Servicio de Guerra Química, Ejército de EE. UU., Primera Guerra Mundial. En 1999, The Sporting News clasificó a Christy Mathewson en el séptimo lugar de su lista de los 100 mejores jugadores de béisbol de todos los tiempos.
Su camiseta ha sido retirada por los Giants y ahora cuelga en la esquina del jardín izquierdo del AT&T Park. Dado que no se usaron números cuando Matty lanzó, su camiseta simplemente está marcada con “NY”.
Mathewson se había retirado como jugador activo en 1916 y dirigía a los Rojos de Cincinnati cuando Estados Unidos entró en la Primera Guerra Mundial. Como hombre de familia de 38 años, podría haber evitado fácilmente ponerse en peligro realizando un servicio equivalente cerca de casa.
Varios otros peloteros usaron su celebridad para ayudar a vender bonos de guerra, mientras que muchos de los peloteros menores se inscribieron para trabajar en astilleros, trabajo esencial de la industria que los eximía del servicio militar obligatorio.
En cambio, Mathewson se ofreció como voluntario para trabajar en el altamente peligroso Servicio de Guerra Química, llamado “División de Gas y Llamas” por el público. Esta unidad se organizó para ayudar a combatir los ataques alemanes con gas venenoso, que causaron estragos en el frente y sembraron el terror en los corazones de los que estaban en casa.
Esta unidad de combate de élite fue entrenada para anticiparse a los ataques con gas alemanes y realizar incursiones relámpago en los flancos de la infantería alemana que sigue las nubes de gas hacia las líneas aliadas.
Llevaban lanzallamas a la espalda y estaban equipados con las últimas máscaras para protegerse de las “granadas de gas” especiales que también lanzaban contra el enemigo que se acercaba.
Durante el verano de 1918, el liderazgo militar de EE. UU. decidió hacer público el plan para calmar a la población, así como para reclutar hombres en excelentes condiciones físicas que también poseyeran fuertes cualidades de liderazgo.
Los altos mandos anunciaron que reclutarían específicamente a jugadores de béisbol, porque ¿qué mejor clase de personas para elegir que jugadores que demostraron su valía y acondicionamiento al más alto nivel de juego?
Branch Rickey fue contratado como mayor para dirigir esta unidad. Christy Mathewson y Ty Cobb, ya íconos estadounidenses, fueron reclutados como capitanes.
Mathewson fue a Francia casi de inmediato, uniéndose a una unidad existente que ya había participado en varias operaciones de apoyo a los tanques e infantería aliados. Rickey y Cobb pronto lo siguieron.
Durante su carrera de entrenamiento final, la tragedia golpeó a la unidad. Algo salió mal en un ejercicio de gas real, y varios hombres, incluidos Matty y Cobb, perdieron la señal para ponerse las máscaras.
Ocho hombres murieron y Mathewson inhaló suficiente cloro gaseoso para que nunca se recuperara. La exposición permaneció en su sistema, lo que eventualmente lo llevó a la tuberculosis.
Aunque volvió a servir como entrenador de los Giants entre 1919 y 1921, la enfermedad le quitó las fuerzas y le obligó a tomarse un descanso en Saranac Lake para combatir la enfermedad.
En 1923, Mathewson se sintió lo suficientemente bien como para volver al béisbol con los Bravos de Boston como su presidente a tiempo parcial.
Sin embargo, esta remisión fue de corta duración y murió dos años después a la temprana edad de 45 años.
Mathewson murió el 7 de octubre, el día en que comenzó la Serie Mundial de 1925. Los Piratas de Pittsburgh y los Senadores de Washington usaron brazaletes negros durante toda la Serie para honrar su fallecimiento.
Aunque no figura como muerto en acción, está claro que su sentencia de muerte fue escrita ese fatídico día en Francia.
EN TOTAL, 146 PELOTEROS PROFESIONALES MURIERON EN BATALLA
El próximo 8 de mayo se conmemoran 78 años de la rendición de la Alemania nazi en el frente Europeo durante la Segunda Guerra Mundial, la cual tuvo su culminación meses después, el 2 de septiembre de 1945, con la capitulación del imperio del Japón a bordo de la cubierta del barco de guerra estadounidense USS Missouri.
En este conflicto perdieron la vida dos peloteros de Grandes Ligas, 144 jugadores de las menores, 27 semiprofesionales, 50 jóvenes del beisbol universitario y 84 del sector amateur, incluyendo australianos y canadienses.
Los dos bigleaguers muertos en el frente fueron Elmer Gedeon, quien sucumbió en acción el 20 de abril de 1944, en Francia; y Harry O’Neill, uno de los caídos en la cruenta batalla de Iwo Jima, en el Pacífico, el 6 de marzo de 1945.