Ayer domingo en la Liga Dominicana de Béisbol (LIDOM), una guerra de pelotazos amenazaba con empañar la competencia entre los Tigres del Licey y las Águilas Cibaeñas. En medio de la tensión y las expulsiones, una lección de “Sportsmanship” se destacó, protagonizada por el prospecto estrella Christopher Morel.
El relevista de los Tigres, Wander Suero, decidió golpear intencionalmente a Morel, desencadenando una reacción que ya había vaciado las bancas y llevado a la expulsión de otros jugadores.
Sin embargo, lo que podría haber sido un episodio más en la larga historia de conflictos en el béisbol, se convirtió en un ejemplo de deportividad gracias a la serenidad de Morel.
A pesar de haber sido claramente golpeado a propósito, Morel se retiró a primera base con una calma que contrastaba con la intensidad del momento. Su reacción mostró una comprensión fundamental: que en el campo de juego se está allí para competir, para demostrar habilidades y contribuir al espectáculo con profesionalismo.
Previamente, debo citar que el lanzador de las Águilas, Gerson Garabito, golpeó al bateador designado Jorge Alfaro, pelotazo considerado accidental por los árbitros, mientras que el relevista del Licey, Jonathan Aro, hizo lo propio con Juan Lagares y lanzó por detrás con el mismo propósito a Carlos Paulino. Esto provocó el vaciamiento de las bancas y la expulsión de ambos jugadores.
La historia detrás de este incidente destaca la importancia de proteger a los jugadores que son la esencia y el espectáculo mismo de la LIDOM. Christopher Morel, un astro en ascenso con un impresionante historial en las Grandes Ligas y AAA, encarna el talento y la calidad que hacen de la liga un espectáculo único en el país.
A jugadores como Morel, ni a otros talentos emergentes que pronto se unirán a la liga no se le debe poner en peligro, Nombres como Ronny Mauricio, Oneil Cruz, Eljy de la Cruz, próximos a entrar con los Tigres, así como jugadores especiales de los demás equipos, representan el futuro de la LIDOM, y su integridad y seguridad deben ser prioridades innegociables.
Lo sucedido en el estadio Quisqueya va más allá de una escaramuza en el diamante. Es una llamada de atención para la LIDOM, recordándoles la necesidad de preservar la deportividad y proteger a los atletas que dan vida al béisbol dominicano.
La lección de “Sportsmanship” de Christopher Morel brilla como un faro en medio de la tormenta, recordándonos que, al final del día, el béisbol es un juego que merece ser jugado con respeto y fair play.