Cuando se menciona a Miguel Tejada, el béisbol dominicano y el de Grandes Ligas encuentran un punto de unión. Desde su ascenso meteórico con las Águilas Cibaeñas en la Liga Dominicana de Béisbol (LIDOM) hasta su consagración como uno de los jugadores más destacados de Major League Baseball (MLB), “La Guagua” construyó un legado que trasciende fronteras. Este reportaje analiza, en dos capítulos, la carrera de un pelotero que combinó talento, liderazgo y pasión en cada diamante que pisó.
Capítulo 1: Dominio en LIDOM con las Águilas Cibaeñas
Miguel Tejada inició su camino hacia la grandeza en los terrenos de la Liga Dominicana de Béisbol, debutando con las Águilas Cibaeñas en 1997. Su impacto fue inmediato, destacando como un bateador versátil y un líder en el clubhouse. Durante las dos décadas en las que representó al equipo cibaeño, dejó números memorables que lo posicionaron como una leyenda de LIDOM.
Momentos Clave:
- 2000, una temporada inolvidable: Con un promedio de .300 y un slugging de .621 en la serie semifinal, Tejada lideró a las Águilas hacia la final, donde nuevamente brilló con un OPS de .907.
- Consistencia en postemporadas: En 2004, registró un promedio de .367 en la final, respaldado por 5 jonrones y 18 carreras impulsadas. Esta actuación fue crucial para que las Águilas levantaran el trofeo de campeones
- Liderazgo en los últimos años: En 2012, pese a una merma en su rendimiento ofensivo, promedió .284 con 19 carreras impulsadas, demostrando que su compromiso con el equipo seguía intacto.
Más allá de las estadísticas, Tejada representaba el corazón del equipo. Su capacidad para aparecer en momentos cruciales y su rol como mentor de jóvenes talentos lo consolidaron como un pilar de las Águilas. Su defensa, sólida y precisa, complementaba su habilidad con el bate, haciendo de él un jugador completo y admirado.
Su legado en la Serie del Caribe también es imborrable. Líder histórico en jonrones, hits y carreras remolcadas, fue una figura clave para el dominio dominicano en este escenario. Su primer jonrón en una Serie del Caribe, en 1997, marcó el inicio de una trayectoria estelar en el torneo.