Tal y como se esperaba, la serie “Titanes del Caribe”, entre Águilas Cibaeñas y Tigres del Licey, celebrada el fin de semana en Nueva York, resultó un acontecimiento de gran impacto, no solo a nivel nacional, sino también en buena medida en el plano internacional.
Podría decirse que las expectativas se llenaron a cabalidad e incluso no se exagera si se entiende que fueron superadas, sobre todo en los aspectos más importantes: lo competitivo y con relación a la acogida del público, tanto en cuanto a la asistencia al escenario -Estadio City Field de los Mets de Nueva York-, como en lo relativo al seguimiento que se le dio por televisión y redes sociales.
En cuanto a la competencia, los partidos resultaron bastante disputados, aún cuando las Águilas lograron la victoria por blanqueadas 3-0 en los dos primeros -el tercero concluyó 9-6 a favor de los cibaeños, quienes completaron la barrida-.
Es cierto que fueron juegos de exhibición, que no cuentan para el calendario oficial. De hecho, el dirigente de los Tigres, José Offerman, expresó que no dirigió su equipo para ganar los partidos, sino para dar oportunidades de juego a sus jugadores, que pudiesen jugar en un estadio de Grandes Ligas y que ofrecieran un buen espectáculo. Empero, básicamente para las Águilas estos encuentros resultaron de gran provecho y beneficio.
Esto así, en razón del mal momento que atraviesa el conjunto cibaeño en el presente Torneo de Béisbol Invernal, el cual se ubica actualmente en el último lugar del standing, con marca de 5-13, en cuyo proceso ha sufrido ocho derrotas en forma consecutiva -a 8.50 de la primera posición.
Este resultado, en el que conquistaron la copa de campeones, permitirá a las Águilas recomponerse y experimentar un probable despertar, en aras de encontrar un rumbo triunfalista e ir recuperando terreno para meterse en competencia.
A partir de esta serie se supone que el equipo, ahora dirigido por un experimentado y sabio manager como Tony Peña, podrá reencontrarse, sus jugadores habrán de elevar su ego y su amplia y exigente fanaticada podrán comenzar a recuperar la confianza en este glorioso conjunto, cuyo historial comprende la conquista de 22 campeonatos nacionales.
Se supone que en lo adelante la afición aguilucha apoyará aún más a la escuadra local. Que conste, pese a los resultados negativos, nunca ha dejado de apoyarla, pues la asistencia no ha sido mala al Estadio Cibao, hogar de las Águilas, en donde estas apenas han podido ganar un partido y en cambio exhiben nueve reveses.
Apoyo masivo…
En cuanto al respaldo de los fanáticos a la serie “Titanes del Caribe”, no hay dudas de que en este aspecto el evento, que comprendió además presentaciones artísticas en cada entrega, fue todo un éxito.
Se calcula que el primer día de competencia asistieron al City Field 25,233 aficionados, el segundo 33,131 y ayer 32,536. Es decir, un total de 90,900.
Ello indica que, en lo económico, aún cuando la inversión fue grande, a los organizadores probablemente no les fue mal.
Resultó evidente el entusiasmo de los asistentes al citado estadio, muy en especial de los dominicanos, quienes daban la impresión de que estaban de fiesta, al tener una especie de reencuentro con sus raíces.
Así las cosas, conforme a lo que se pudo apreciar, hay que colegir en que “Titanes del Caribe” es un experimento que promete ser exitoso, cuya primera edición ha servido de base para institucionalizar una serie histórica entre los dos equipos de mayor arraigo en la población y rivalidad en la pelota dominicana. PARA QUE LO APRENDAS O LO RECUERDES: En el primer campeonato bajo luces de la pelota invernal dominicana, celebrado del 23 de octubre de 1955 al 5 de febrero de 1956 se conectaron 43 jonrones (Escogido 17, Licey 12, Águilas Cibaeñas 10 y Estrellas Orientales 4), ningún jugador dominicano colocó la esférica sobre la verja del entonces Estadio Trujillo, hoy Quisqueya-Juan Marichal. ¡Suena la campana! ¡Climmp!
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