Red Auerbach. Lenny Wilkens. Don Nelson. Si nos remontamos al final de la temporada inaugural de la NBA, hace 75 años, antes incluso de que se llamara NBA, ellos son los únicos entrenadores que ostentan la distinción de tener más victorias que nadie.
Hasta ahora.
Pop se ha unido finalmente al club.
Pronto, quizás tan pronto como el miércoles, Gregg Popovich se quedará solo en la historia de la NBA. El veterano entrenador de San Antonio -ganador de cinco títulos de la NBA, entrenador de los actuales medallistas de oro olímpicos, candidato a entrar en el Salón de la Fama del Baloncesto en cuanto les diga que le gustaría que le tuvieran en cuenta- consiguió el lunes por la noche la victoria número 1.335 en su carrera, cuando los Spurs vencieron a Los Ángeles Lakers por 117-110, empatando con Nelson a la cabeza de la lista de victorias de todos los tiempos en la temporada regular de la liga.
“Se lo merece”, dijo el escolta de los Spurs Dejounte Murray.
Como era de esperar, Popovich nunca estuvo de acuerdo con ese sentimiento. Lleva un par de semanas esperando con cierta impaciencia que la persecución -más concretamente, todas las preguntas al respecto- termine. Para empeorar las cosas, los Spurs habían perdido cada uno de sus cuatro primeros intentos de conseguirle la victoria récord.
Ahora, una victoria más -la primera oportunidad llega el miércoles contra Toronto- y estará solo en la cima de la lista de victorias de la temporada regular. Y lo que es más importante para él, ya no tendrá que oír hablar tanto de ello.