HOUSTON — Un batazo bastante saludable de Jorge Soler condujo a los Bravos a un estupendo comienzo de la Serie Mundial.
En su primer juego de inicio desde que dio positivo de COVID-19, el cubano se convirtió en el único pelotero que ha bateado un jonrón en el turno inicial de una Serie Mundial. Atlanta se sobrepuso a la pérdida del lanzador Charlie Morton por una fractura en una pierna, y venció el martes 6-2 a los Astros de Houston en el primer encuentro.
Apoyados por una buena labor del bullpen, un cuadrangular de dos carreras de Adam Duvall y un elevado de sacrificio de Freddie Freeman, los Bravos navegaron tranquilos, en su primera aparición dentro del Clásico de Otoño desde que Chipper Jones y los Tres Ases del montículo brillaban con el equipo en 1999.
El venezolano José Altuve, el boricua Carlos Correa y los demás Astros lucieron extraviados en la caja de bateo. Ésta es su tercera Serie Mundial en cinco campañas, y su primera desde que estalló el escándalo de robo de señales.
Antes del encuentro, Rob Manfred, el comisionado de las Grandes Ligas, dijo que había muchos detectives observando las cuevas, los clubhouses y el graderío para detectar cualquier posible trampa.
“Hay más gente observando lo que pasa como resultado de los problemas que hemos tenido”, comentó.
El garrotazo de Soler hizo que la pelota rebotara entre los asientos del jardín izquierdo, apenas al tercer lanzamiento del dominicano Framber Valdez. Y los Bravos fueron restándole entusiasmo al público en el Minute Maid Park.
Los Bravos, que eliminaron recién a los Dodgers de Los Ángeles, monarcas de la Serie Mundial anterior, no habían terminado. Se mostraron agresivos en todas las facetas del béisbol, frente a un equipo al que solían enfrentar a menudo cuando era parte de la Liga Nacional.
Momentos después, Ozzie Albies se robó una base y Austin Riley bateó un doble remolcador, haciéndole un swing inusitado a un pitcheo con cuenta de 3-0.