Pocas veces un atleta reclama por sí mismo ser exaltado al Salón de la Fama del Deporte Dominicano. Es algo que suele darse por iniciativa de quienes conforman el Comité de Elección de ese organismo, luego de analizar ponderaciones.
Sin embargo, hay un caso en particular que llama poderosamente la atención y es el de Danilo Cabrera –Cuero Duro-, un ex púgil hace tiempo retirado que cobró notoriedad en el boxeo dominicano y mundial en la década de los 80 y principios de los 90s por su trayectoria y espectacularidad.
“Cuero Duro”, nativo del municipio de Esperanza, Mao Valverde, pero hecho boxeador en Santiago, desde hace tiempo ha venido solicitando su exaltación al templo de los inmortales del deporte quisqueyano.
Y a simple vista, quien no conozca de quien se trata, puede no darles importancia a sus reclamos. Sin embargo, si alguien se detiene y se adentra a su trayectoria, muy en especial, los integrantes del Comité de Elección del Salón de la Fama, es casi seguro que notarán que no se trata de un boxeador cualquiera, sino de un exatleta que tiene sobrados méritos para recibir la citada distinción, por lo cual habrá que colegir en que Cabrera tiene razón cuando solicita ser exaltado.
En efecto, Danilo –Cuero Duro-Cabrera, debutó como profesional el 25 de marzo de 1983, ocasión en que noqueó a Luis Ramos y desde entonces comenzó a construir una brillante trayectoria dentro del boxeo de paga, muy en especial en el plano doméstico.
Que conste, antes de hacerse profesional, fue miembro de la selección nacional y llegó a representar el país en diversos certámenes internacionales, incluido el famoso torneo “Girardo Córdova Cardín” que se celebraba en Cuba, en donde competía lo mejor de lo mejor del boxeo olímpico, además de “La Batalla de Carabobo”, en Venezuela, entre otros.
Entre sus muchos méritos figura el haber sido dos veces campeón nacional de los plumas -126 libras- y una vez monarca nacional de los ligeros junior -130 libras-. Primero conquistó el cetro plumo al vencer por nocaut a José de Jesús Acosta el 12 de marzo de 1984, en Santiago, en donde hizo la mayor parte de su carrera y fue ídolo.
Tras perder el cetro ante Manuel Batista, lo recuperó frente a otro grande del boxeo criollo, José –Moñita-Jiménez el 25 de noviembre de 1985, con quien protagonizó épicos y cruentos combates que aún se recuerdan en el antiguo Palacio de los Deportes, hoy Gran Arena del Cibao “Doctor Oscar Gobaira”, de esta ciudad.
Poco después, se adueñó de la faja nacional de los ligeros junior al noquear a Roberto –La Boa-Núñez, el 16 de febrero de 1987.
Disputó tres veces campeonatos mundiales. La primera vez, el 15 de febrero de 1986, cuando en Dublín, Irlanda, retó al entonces rey universal de las plumas, versión Asociaciòn Mundial de Boxeo –AMB-, el local Barry McGuigan, frente a quien sucumbió por nocaut técnico en 14 asaltos, no sin antes presentarle férrea oposición.
Poco después, el 22 de junio de ese mismo mes, voló a Puerto Rico para enfrentar por el título mundial pluma del Consejo Mundial de Boxeo –CMB- al temible africano, Azumah Nelson, quien venía de noquear al fenómeno boricua Wilfredo Gómez, a quien destronó. “Cuero Duro” le soportó 11 rounds a Nelson previo a perder por la vía rápida su segunda oportunidad titular.
Su tercer chance mundialista llegó en agosto (día 21) de 1987, en Tijuana, México, frente a la leyenda mexicana, Julio César Chávez, quien no pudo noquearlo y lo venció por puntos en 12 intensos capítulos, para retener el trono mundial ligero junior, avalado por el CMB, en un período en que el azteca era prácticamente invencible.
Es oportuno señalar, y con esto no se busca justificar sus derrotas, que siempre disputó el título en condición de retador sustituto. Es decir, originalmente no era quien iría a pelear por la corona, sino que era escogido a última hora, lo que le perjudicó para lograr una buena preparación físico-psicológica en cada uno de sus tres compromisos.
Durante su trayectoria, que comprendió 10 años de intensa actividad (de 1983 a 1992) enfrentó a ocho campeones del mundo, entre quienes destacan los citados, además del sudafricano Brian Mitchell, el africano Dingann Thobela, el argentino Juan Martín Coggi, a quien llegó a tumbar, Rogelio Tuur, de Suriname, y el francés Jean-Baptiste Mendy.
Cerró su historial en los tinglados con 31 triunfos, 25 de ellos por nocaut, y 14 derrotas, la mayoría de ellas compitiendo fuera de su patria, muy en especial en países europeos, ya en la postrimería de su carrera. En su país, muy pocas veces fue derrotado.
He ahí su hoja de servicio dentro del pugilismo rentado, superior en cierto modo, a la de algunos que ya han asegurado un nicho en el Salón de la Fama. Hoy, a los 60 años de edad, con una trayectoria limpia dentro y fuera del ring, su mayor ilusión es poder ascender a ese privilegiado lugar ahora en vida para así poder disfrutar de ese histórico momento junto a su familia. Después de su muerte, dice que no le interesa ser distinguido. Queda, pues, en manos de las autoridades que rigen el citado organismo, tomarlo en cuenta y, cuanto menos, evaluar su expediente deportivo, en aras de asumir una decisión al respecto.
PARA QUE LO APRENDAS O LO RECUERDES: A propósito de la categoría pluma, en donde combatió “Cuero Duro”, es oportuno señalar que el panameño Eusebio Pedroza, ya fallecido, ha sido uno de los más consistentes campeones de la historia en ésta y en cualquier división, tras realizar un total de 20 defensas exitosas del título mundial –la perdió en el número 21, precisamente, ante el propio Barry McGuigan. ¡Suena la campana! ¡Climmp!